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El mundo al revés. Nunca tuvo más sentido la literalidad de una frase maltratada por la cultura oral. Habitualmente, se pronuncia cargada de connotaciones negativas. Con una visión pesimista por que las cosas no están en el orden recomendado. El ánimo de la entonación suele sugerir la corrección de algo o alguien. Es curioso que su versatilidad se vea tan limitada.
Por casualidad o no, la paradoja se hace fuerte a base de insistir. Darle la vuelta a nuestro estilo de vida o cambiar comportamientos puede ser un buen principio ante la puerta de la solidaridad que no acaba de abrirse del todo. Las malas lenguas dicen que tan solo está entornada.
Este post podría escribirse para ser leído al revés. Un planteamiento laborioso que estamos seguros, y es tan factible como comprensible, que nadie aguantaría en esas condiciones hasta el final del texto. Alcanzaría la calificación de tortura. Un pequeño ejemplo de lo que significaria el persistir en un estilo desequilibrado e injusto para los seguidores de este blog.
Al margen de este obligado guiño, queda claro que las personas no son el objetivo prioritario en la toma de decisiones. Otra cuestión distinta es hablar de números y cantidades con una perspectiva material.
Dada la inexistencia, practicaremos un sano ejercicio de reflexión que centra nuestra atención en los testarudos datos que rodean a los seres humanos. Todos los indicadores concluyen que la pobreza crece, los derechos humanos se deterioran, las mujeres no logran romper el techo de cristal (en el mejor de los casos) o la proporción de niños y niñas que son exclavizados o agredidos por acciones de diversa condición no alcanza un ansiado cese.
Si el lenguaje matemático es el elegido, en los actuales tiempos de especulación y mala distribución de los recursos, nos adaptamos a una corriente donde los humanidad pasa mucho frío. Para empezar y según Unicef, «un 25 por ciento de los niños españoles se encuentra en situación de pobreza».
Continuando en esta línea, encontramos a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) denunciando que la realidad sigue siendo profundamente alarmante con 215 millones de niños convertidos en trabajadores forzados a lo largo y ancho del planeta. Otro dato no discreto: El Alto Comisariado para la Planificación (HCP) desvela la desfavorable situación de 123.000 menores obligados a dejar de ser niños por asumir compromisos laborales que no les corresponde en Marruecos.
Y buscando una cifra que no permita acomodarse en la impasiblidad habitual tropezamos con las 2.600 millones de personas en severas dificultades para vivir en unas mínimas condiciones sanitarias. Pero, «como los problemas no vienen solos», debido a este escenario, 1,5 millones de niños padecen patologías asociadas a la carencia absoluta de salubridad.
Revertir este mapa de dramáticas realidades humanas solo pasa por omitir, con determinación, los dictados de unos mercados repletos de traficantes de dinero y aplicar una revolucionaria fórmula: «Poner el mundo al reves».
En una próxima ocasión podríamos vaticinar, abonados a la esperanza, los resultados de esta utópica decisión…