La cultura del pelotazo

Tíos luciendo una corbata de envidiable diseño acaban repartiéndose un pastel muy jugoso. Quizás, no lo hemos entendido bien. Y ese debe ser el estilo del progreso y desarrollo que triunfa. Aquel que le usurpa todo viso de oportunidad a las presentes y futuras generaciones.

El cortoplacismo, individualismo y materialismo son el actual y fatídico rodillo de cualquier iniciativa o atisbo de política social con visión colectiva o comunitaria. En este contexto, cualquier síntoma solidario es objeto de continuo veto…

Poco a poco, el acceso a la sanidad, educación y prestación de servicios básicos se ha convertido en un privilegio a la alcance de los que pueden, por que tienen. El cómo nunca es reprobable.

El agujero negro del espacio financiero español tendrá cura. Por lo menos, algo más que una discreta tirita en el dedo magullado por un mal golpe que oscila entre 16.000 y los 62.000 millones a disposición de los consejos de administración. Esos lugares donde los muebles son caros y los ejecutivos están cargados de una ambición: ¿dónde está mi dinero?

La mareante cifra que nos concedía la Unión Europea podría incluso llegar a los 100 mil millones, en el peor de los escenarios. Pero, al final, nuestro sistema no se ha portado tan mal. Por eso, ya podemos digerir que una treintena de ex directivos de bancos y cajas se repartieron 150 millones por la óptima gestión «conocida» con cargo al rescate.

Todo está perfectamente argumentado en uno de esos contratos blindados de alta dirección que solo ellos saben negociar con una agresiva pericia. Así se habilita un supuesto derecho a cobrar cuantiosas sumas que desequilibran la balanza: «El modelo del bienestar social hace aguas pero no se olvide de hacer efectivo el cobro de su millonaria cifra».

Una cultura del pelotazo con incalculables consecuencias para una sociedad cada vez menos sorprendida por los desmanes, descontroles y desfases económicos perpetrados por un puñado de insolidarios personajes que han realizado un pacto con el abismo a costa de vender el espiritu del desarrollo a un diablo rodeado de euros…

La Ayuda Oficial al Desarrollo decrece, regresando a niveles de inicios de siglo XXI, tras grandes avances en lo político y económico durante casi una década. ¿Qué remiendo sufrirán los Objetivos de Desarrollo del Milenio? Rercordemos que los compromisos deben verse cumplidos en el año 2015. La intuición nos lleva a pensar que se convertirá en el protocolo de Kioto (ejemplo de reiterados incumplimientos internacionales) del desarrollo humano.

Además, la sanidad se encuentra bajo la amenaza de un copago sin concretar. Como anticipo, los penisionistas ya pagan parte sus recetas al sistema sanitario. Al recibo de la presente un par de preguntas: ¿Acabarán sufragando los pacientes el alto coste de los tratamientos oncológicos y VIH/Sida? ¿Es este el futuro del bienestar construido en un pésimo presente?

Y, ¿qué pasa con la educación?… Becas mordidas por los recortes; una investigación disfrazada de utopía o un incremento de las tasas universitarias que rebajan las posibilidades de acceso a muchos para dar paso a unos pocos. Una cultura del conocimiento despreciada y depreciada por la avaricia…

Y mientras escribimos este post, la radio dedica un espacio a escuchar a personas jubiladas o viudas que explican el ingenio diario para amparar tanto a hijos como a nietos con una exigua pensión. Un innovador servicio social por mero accidente o necesidad… Desde luego, los testimonios no dejan indiferente a nadie entre tanto ‘pelotazo millonario’.

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