Un opresivo toque de queda

[youtube=http://youtu.be/oOPyWf1aXLo&w=476&h=400]

La sucesión de generaciones perdidas es una secuela imperdonable para una sociedad que presume de navegar en un bienestar cercado por los continuos avances. Resulta muy incoherente instalar un modelo de convivencia en los extremos: Todo o nada.

La historia es redundante. No parece fácil escapar de esa dinámica. Las diferentes décadas presentan una cantera de jóvenes perdidos en el agujero negro de la más absoluta falta de oportunidades.

En la década de los 80, el escenario se vio inundado por un excesivo contacto con las drogas, algunas de ellas demoledoras no solo por los efectos directos sino por las enfermedades asociadas como el VIH/Sida, ante una expansión descontrolada de mensajes contradictorios: «Vive con intensidad después de años y años de represión».

Esto derivo en un incontable número de madres llorando a los pies de sus hijos/as devorados por una amplia oferta sustancias tóxicas. El incuestionable  reinado de la heroína  penetraba, por vía intravenosa, como uno de esos venenos efectivos. Aquellos que matan poco a poco. Deteriorando hasta las entrañas del consumidor que “se ve incapaz de disimular quién o qué gobierna su vida”.

A esto, se añadió la propagación del temido Virus de la Inmunodeficiencia Humana que aprovechaba una cómoda vía de entrada para golpear sin piedad al sistema inmunitario de millones de jóvenes. Cierto es que las otras formas de contagio también sumaron bajas a la relación de víctimas.

Ante este escenario se emitió la declaración de ‘generación perdida’ por las problemáticas sociales, sanitarias y unos elevados índices de paro con nulas expectativas de futuro. Nada o casi nada se sabe de los que sobrevivieron a aquel primer estado de sitio.

Posteriormente, llego una época de ficticia bonanza, con el sistema financiero y político echado al monte del despilfarro, y la denominación de ‘generación perdida’ volvió aparecer con el éxtasis, las pastillas, los botellones, el hedonismo radical y los continuos cambios en el sistema educativo, motivados por una visión política cortoplacista.

En el presente vuelve la misma sombra. Quizás, es que nunca fue capaz de marcharse. Una generación vuelve a estar en serios apuros. Atrapada en un laberinto sin salida, y emborrachada de conocimiento académico, otea el horizonte y las previsiones anuncian borrascas por tiempo indefinido. Las nubes son tan negras que hasta el pesimismo parece una opción atractiva…

La OIT acaba de concluir en el informe “Tendencias mundiales del empleo juvenil 2012” que más de 75 millones de jóvenes, de entre 15 y 24 años en 2012, están en situación de desempleo. Esta despiadada realidad persistirá, según las previsiones, hasta el año 2016.

[youtube=http://youtu.be/s2KIvORMN8I&w=376&h=300]

La Organización Internacional del Trabajo no ha dudado en recurrir a la manida declaración. Y, al margen de advertir de una problemática global de futuro, ha ratificado las reivindicaciones de movimientos como el 15M. ¿Tan equivocados estaban en sus manifestaciones pacíficas?

Los jóvenes volverán a ser demonizados antes de ser reparados con fórmulas reales de desarrollo personal, familiar y profesional. Y volverán a ser los malos de una clásica película por denunciar que una nueva generación vive bajo “un opresivo toque de queda”.

Una respuesta a «Un opresivo toque de queda»

Deja una respuesta Cancelar la respuesta