La conmoción es mayúscula para la mayoría de una sociedad más empobrecida que ayer. El callejón es estrecho, oscuro e incierto con una desnutrida expectativa de futuro. Hemos gastado más de lo que teníamos y podíamos. Los dispendios de hoy eran necesarios para construir el mañana. Cálculos obscenos y muy desatinados, por no aplicar otros términos más contundentes que rocen la incorrección léxica, nos han traído hasta esta orilla de una desheredada realidad…
Un opresivo toque de queda
[youtube=http://youtu.be/oOPyWf1aXLo&w=476&h=400]
La sucesión de generaciones perdidas es una secuela imperdonable para una sociedad que presume de navegar en un bienestar cercado por los continuos avances. Resulta muy incoherente instalar un modelo de convivencia en los extremos: Todo o nada.
La historia es redundante. No parece fácil escapar de esa dinámica. Las diferentes décadas presentan una cantera de jóvenes perdidos en el agujero negro de la más absoluta falta de oportunidades.