Acabo por sacarse de en medio ante la continua escalada del decrecimiento social y económico de su país. Un jubilado decidió detener el tiempo eternamente. Quiso acabar con el calvario de ser testigo de un calendario envenenado por los recortes mensuales en su pensión. Décadas de contribución y trabajo para ser pasto de las llamas de los incendiarios conocidos en el mercado de la inversión como ‘despiadados especuladores’.
Dimitris Christoulas, pensionista del sistema público en Grecia, optó por la determinación del suicidio. Una de las prácticas solo presentes y frecuentes en los países desarrollados. Los estudios realizados por expertos en sociología y psicología así lo atestiguan. No es habitual toparse con casos de esta naturaleza en otras regiones del mundo en las que “la pobreza ya no es una amenaza sino que se ha convertido en una compañera de convivencia”.
Este farmacéutico retirado de la vida profesional temía ser devorado por las deudas. Una de las principales causas de una crisis que trasciende de macro a micro economía. Las prestaciones y las pensiones son, cada vez, más someras en un país intervenido y sumido en un proceso de rescate protagonizado por el BCE y UE.
Buscó, con su drástica decisión, liberar a su heredero de lastres económicos ante las menguantes mensualidades de su pensión. Poco a poco, desparecía el remanente confeccionado a base de una larga vida de cotizaciones al frente de una oficina de farmacia en Atenas. La mala gestión de la caja de Seguridad Social helena y los implacables efectos de los deshumanizados ejecutivos financieros pusieron fin a unas expectativas de futuro más alla de la vida laboral.
Un país entero, que hunde sus raices en la cultura clásica y en los inicios de la civilización en la que residimos, intenta superar una conmoción transformada en ‘rabia social’. Minutos antes de acabar con su vida, Dimitris suplicó a su pueblo «resistencia» ante la insoportable la situación económica de una nación continuamente golpeada por un déficit aplastante. Él, se negaba practicar la indigencia y «revolver en la basura para subsistir». Una denuncia de mortales consecuencias escenificada ante el parlamento.
La dureza de este hecho logró sorprender a otras sociedades con un mayor grado de depresión económica por el cómo y dónde sucede. Otra cosa, bien distinta, es el por qué se llega a una situación de ese calibre. Desde la lejanía del avance y desarrollo; Allí donde los recursos básicos son inexistentes con más de 3.500 millones de seres humanos azotados por la pobreza o 850 millones suspirando por un mínimo alimento que llevarse a la boca (Datos oficiales de la FAO-2008), la única diferencia del empobrecimiento, entre los dos mundos, radica en que sus mortales consecuencias se presentan en dos modalidades muy convencionales: Individual o colectiva…