La manifestación de la pobreza no es algo uniforme o lineal que permita activar un protocolo de diagnóstico convencional. Esta es sería una visión muy escasa de perspectiva real. Ser pobre no significa, necesariamente, carecer de bienes materiales que faciliten las condiciones de vida. Continuar leyendo «Las ‘Cinco W’ contra la pobreza»
Cooperar es un concepto muy amplio que, en la práctica, puede albergar intereses tan honorables como perversos. Es difícil creer que detrás de las acciones, planes o proyectos no existe una invisible línea paralela que esconde otros objetivos estratégicos para los responsables políticos. Lo contrario, sería abonarse indefinidamente a la ingenuidad.
Admirable que las nuevas generaciones muestren preocupación y responsabilidad por trazar un futuro equidistante al que, hoy en día, marcan políticos y economistas muy interesados en asegurar el asunto de la ‘buena pensión’. Lo imprescindible, al paso que caminamos, es el origen o carácter de dicha prestación de jubilación: público o privado.
Es una constante en la conformación de los programas electorales. No son olvidos casuales o marcados por un elevado número de necesidades detectadas en la convivencia con los ciudadanos de una determinada localidad, villa o ciudad.
Al contrario del papel que algunos estratos de la sociedad otorgan a las generaciones del futuro relevo, este estudio sociológico califica a los jóvenes de España como ‘protagonistas y motor del cambio que necesita la sociedad’.
Este trabajo desmonta los pilares de una imágen ‘muy negativa’ de la juventud actual. Estas supuestas valoraciones, situando al futuro natural de la sociedad en una posición de escasa esperanza, quedan en entredicho gracias a la elaborada y rigurosa labor realizada por los expertos en sociología del INJUVE.
Entre las particularidades, el sociologo responsable del estudio, Lorenzo Navarrate, destaca que la falta de motivación para asumir responsabilidades no se presenta en el grupo de población posicionado entre 16 a 19 años. Un escenario contrario sólo lo encontraríamos en los jóvenes instalados en la franja de edad de 20 a 24 años, una de las más castigadas por la desconsideración social. Aún así, la falta de estimulos se presenta en pequeñas proporciones.
Todo parece indicar que la estigmatizada generación, por una supuesta pasividad, está en clara decadencia. El hecho de vivir a la «sopa boba» es practicado por una minoria, no superior al 5% de los jóvenes que superan la veintena, mientras que los que se encuentran por debajo de este umbral no alcanzarían el 2%.
Y, la proporción decrece al contrastar los datos de la EPA (Encuestra de Población Activa) de otros ejercicios anteriores a 2009, año utilizado como base principal del estudio, entre otros.
Sin duda, el último grupo referido es el que más demuestra respirar aires de dificultad cuando reflexiona sobre el campo laboral. En concreto, la sensación de frustación aumenta a medida que el nivel formativo es más elevado. Tampoco, las conclusiones del trabajo conceden a la denominada generación ‘ni-ni’ demasiado espacio y recorrido para subsistir en el futuro. Más bien, parece que estaríamos asistiendo a algo residual, recurriendo a términos técnicos de una cuidada investigación social.
El riesgo de desorientación no amenaza a la gran mayoría de jóvenes que, en principio, descartan el cómodo y poco productivo refugio de la filosofía «ni-ni» como una alternativa ante la actual situación de crisis. Entre los dos segmentos de edad analizados no se llegaría a una suma del 7% que han expresado su voluntad de no enterrar aquello de «ni estudia, ni trabaja» o seguir un modelo basado en un hedonismo radical, «un estilo de entender la vida que no sólo se circunscribe a las edades más tempranas».
Casualmente, los resultados del estudio abren un campo para nuevos interrogantes sobre el grado de responsabilidad de los padres, la comunidad educativa, los medios de comunicación y la propia sociedad con respecto a una parte de la juventud tan poco activa ante los acontecimientos, y los extendidos estigmas transformados en prejuicios sociales para los menores de 35 años. Aunque lo más significativo e inmediato para la Sociología y el Trabajo Social, quizás, se sitúe en despejar: ¿Dónde está la generación ni-ni?
Tomas Acuña.- Trabajar como funcionario de prisiones desde hace más de dos décadas permite hacer un importante recorrido por el pasado. Recuerdo que en el departamento de menores había personas desde los 16 años hasta los 25. Había protegidos de los protegidos. Internos que se refugiaban de otros internos que a su vez se refugiaban de otros; los motines, altercados y desordenes colectivos estaban a la orden del día.Continuar leyendo «Actor Social – «El único denominador común era la ausencia de todo sentido común»»