Refrigerador para las vacunas sociales

El terrible escondite del cartel de cartón arrugado y escrito con una caligrafía irregular, expuesto en plena calle, es una de las tantas consecuencias de un mal trato al Estado del Bienestar. Utilizar este envidiable sistema para medrar individualmente y acumular los máximos recursos económicos y materiales posibles, ¿no se sabe muy bien para qué?, es una epidemia sin terapia de choque conocida hasta el momento.

Hacer un uso perverso de un modelo que garantiza necesidades tan básicas para el desarrollo individual y colectivo como la sanidad, educación o servicios sociales no tiene una justificación posible en el mercado de la excusas… El hermoso criterio de humanizar una sociedad comienza a caminar hacia el abismo. A ese lugar donde no se ve el final del precipicio porque «esta todo muy oscuro».

Al contrario que el pasado, muy fecundo para sementar los campos de las ideas con los derechos humanos como base de cualquier estilo de convivencia, el presente convive esclavizado a unos indicadores económicos y financieros. Últimamente, se le ha visto soportando una  molesta etiqueta en el cuello con los altos precios  que supone  viajar a los distritos de la justicia social o igualdad de oportunidades .

En cuestión de pocos años «las buenas se han convertido en malas ideas». Nada tiene sentido porque de inmediato sale con depurada entonación la palabra ‘recorte’. Ese gran compañero de aventuras e inseparable amigo de la ‘crisis’ que también está omnipresente en todos los espacios y acciones: «Convertida en la incisiva canción que a fuerza de escucharla, hasta aburrir, pasa a formar parte de la discoteca particular de uno/a».

Toda una acepción lingüística que jamás registró una aplicación tan masiva. Tanto es así que en las taquillas ya no se despachan más bonos para conjugar el verbo. Entre políticos, economistas y oportunistas el stock ha quedado desabastecido con tanta demanda. «Es uno de los atajos más rápidos para no tener que armar un argumento documentado y creíble ante la sociedad. Un mundo de mediocres facilidades».

Detrás de esta palabra encontramos agazapados, muy acomodados, a los responsables de una crisis que adolece de ‘muchas cosas’, de los consabidos valores tales como: Solidaridad, justicia o igualdad. Conceptos básicos cuestionados desde hace varios años por su escasa rentabilidad monetaria; una práctica de moda que crece en la misma proporción que lo hace la deficiencia de recursos en países desarrollados y en vías de desarrollo.

La manifestación de la pobreza ya nos tiene acostumbrados a presentar múltiples máscaras. Pero, sus secuelas no. Los daños directos son análogos, con independencia del contexto, al modelo social o cultural. Puede ser más o menos lesiva en función del lugar donde se produzca. Si bien, queda claro que «ser pobre ‘tritura’ cualquier derecho como ser humano con pretensiones de desarrollar una vida en unas condiciones de dignidad, igualdad y justicia social».

Estrellarse con un muro compuesto por 1.000 millones de personas (Informe Mundial sobre Desastres 2011- Hambre y malnutrición) que sufren inanición, desnutrición infantil o la ausencia integral de recursos básicos y sanitarios hace el mismo daño que estamparse contra la estéril denuncia de los continuos recortes y especulación que lo provocan…

Y la profundidad del dolor aumenta al conocer que algunas de las fórmulas paliativas se centran en someter a una estricta dieta a aquellas áreas de la administración central y autonómica que puedan generar una ‘debilidad política’ hasta el punto de caer en algo tan impropio como la práctica de la solidaridad.

Es el caso de la Secretaria de Estado de Cooperación que ha sido alcanzada por un especie de medida de castidad económica. No pueden existir deslices para mejorar la condiciones de vida de otras personas que residen en el interior de unas fronteras atenazadas por un deficiente capacidad de desarrollo básico… Son postulados bajo sospecha.

Esta supresión en las políticas centrales situa peligrosamente las coordenadas precisas en la brujula para que comunidades autonómas, diputaciónes y ayuntamientos firmen el divorcio con el cumplimiento del artículo 2 (Ley 23/1998, de 7 de julio, de Cooperación Internacional para el Desarrollo) en el que se contempla un compromiso de desarrollo humano a nivel global y la promoción de una distribución equitativa de la riqueza.

Con el 0,7% disfrazado de pantomima política, todo parece indicar que el incumplimiento legal va a ser inevitable a la hora de responder con Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) ante el reto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) programados para el año 2015.

Por el momento, la Secretaría de Estado de Cooperación ya ha sido rebajada de rango en la composición del nuevo gobierno español. Al parecer, luchar contra la pobreza tiene estas consecuencias: «A uno, le reiteran las condecoraciones por incómodo e inadaptado a los tiempos».

Ahora, la Tasa Tobín (ITF) es otra de las tesis cuestionadas en su eficiencia. Algunos mandatarios europeos, contrarios a esta medida, argumentan que «la pobreza no es una cuestión de distribución y si de producción». De ahí, la desaprobación de esta serie de ‘seudo arancel’ para impulsar el desarrollo social en países y contextos abandonados por las oportunidades.

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Poco a poco, los escultores de la insolidaridad, con una moldeada sonrisa en las ruedas de prensa, no solo anuncian una dieta para el Estado del Bienestar Social (EB) sino que las otras bases teóricas de lucha contra la desigualdad y pobreza son inhabilitadas antes de probar su eficiencia real. Es algo similar a contar con una relación de vacunas y esconderlas en el refrigerador del laboratorio social más recondito del mundo…

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