Los saharuis están ‘encantados’ de rememorar una marcha ‘tan pacífica’ que cumple ya cuatro décadas. La celebración de la Marcha Verde llega en un momento muy delicado para miles de personas y familias que han perdido lo poco que tenían ante las inclemencia del tiempo. Unas virulentas riadas han invalidado la utilidad de hospitales, escuelas y jaimas.
Y, España, ¿dónde está? Desde entonces, no ha existido una compensación, una reparación, una respuesta después de abandonar, a su dicha, a miles de seres humanos que aprendieron, por necesidad, a vivir en campamentos de refugiados en medio de un inhóspito desierto.
Cabe recordar que la ocupación del territorio y el sometimiento de un pueblo se debió a una supuesta retirada militar. Aunque, a las cosas hay que llamarlas por su nombre:» huida cobarde e irresponsable». Fue tan rápida que no dió tiempo a conceder una independencia que, años atrás, si experimentó otra colonia como Guinea Ecuatorial. En un caso: sí. En otro: no. ¿Por qué?
Mientras tanto, Marruecos aprovechó la oscuridad de la política española para hacerse con un control tanto ilegal como ilegítimo.
A día de hoy, esta situación le permite continuar practicando detenciones, encarcelando a personas o torturando a quienes defienden la autodeterminación del Sáhara. Todo, convenientemente, justificado a base de alimentar un nacionalismo que disfraza un totalitarismo asfixiante a ambas partes de un imaginario muro de arena.
El color verde simboliza esperanza. Y, de momento, ese es uno de los pocos patrimonios que todavía logra conservar la gente del Sáhara después de cuarenta años de larga y desesperante espera.