Las mexicanas vuelven a velar a una mujer víctima de la violencia machista, del feminicidio más atroz que se conoce. Es una de las amenazantes realidades con las que conviven a diario: cada mañana, tarde y noche. Cualquier situación, por nimia que parezca, puede derivar en una desaparición o en el asesinato de una mujer.
¿Qué más tiene que pasar?
La comparecencia dejó perplejos a todas y todos los asistentes al acto público. Se trataba de un representante del gobierno central hablando de un caso de Violencia Machista en la provincia de Pontevedra. Al referirse al tema, emergió un discurso decimonónico y rancio que definía el actual papel de la mujer como “un ser vulnerable e indefenso”. Desde ese momento, el frío viento intelectual comenzó a soplar con una intensidad imprevista. Una profunda borrasca irrumpió por uno de los pasillos de aquel organismo oficial con una torrencial lluvia cargada de términos atrasados; más próximos a la compasión que al compromiso social contra uno de los principales problemas en España. Los gatillazos verbales no cesaban de sonar. Micrófonos abiertos y grabadoras encendidas con una repetida tentación de apagarse. Con el deseo de no haber registrado nunca algo tan inapropiado. De borrarlo todo.
Una factura secular
En tierra de nadie
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La odisea vital de la joven Eva se suma a la cadena de problemas humanos y sociales que azotan con virulencia en el cuerno de África. Al sacrificio de tener que emigrar de Etiopía, esta historia, habilita un cómodo e impune espacio para la Violencia de Machista. Continuar leyendo «En tierra de nadie»
Masculinidad y equidad de género
Actor Social (Esther Pineda G).- Tradicionalmente, cuando hablamos de género, es frecuente circunscribirlo de manera automática a la situación de exclusión y subordinación a la que han estado sometidas y expuestas las mujeres en una organización social patriarcal como la nuestra, sin embargo, los estudios de género, comprenden también el estudio y preocupación por la situación del hombre y los procesos de construcción social de la masculinidad.
El género puede entenderse como una categoría relacional, que refiere a como se construyen las identidades femeninas y masculinas, los significados sociales y culturales que les son atribuidos a partir de sus diferencias biológicas y como estas se materializan en la acción social sexualizada.
Si bien es cierto, las mujeres han sufrido de manera directa los impactos del patriarcado y el sexismo, así como, su expresión y manifestación en formas como el machismo, la violencia, entre otros, y de que los hombres gracias a su condición de hombres y su apego a la expectativa social de una masculinidad hegemónica han garantizado su acceso al sistema de privilegios, (poder, riqueza, prestigio y conocimiento), también serán significativamente afectados por la organización social androcéntrica y falonarcisista que les es impuesta.
En nuestra dinámica social, a los hombres les ha sido concedida la actividad, la seguridad, la promiscuidad, la racionalidad, la fuerza, la delegación, la dominación, la autoridad, la violencia, la agresividad, la verdad, como elementos por naturaleza constitutivos de su condición de hombres, donde además serán considerados como personas justas, éticas y lógicas.
Los hombres se verán sujetos a modos conductuales, actitudinales y prácticas de socialización, impuestas y prefabricadas, es decir, son desprovistos de la posibilidad de construcción de una masculinidad desde la autonomía y la libertad. Se socializa una masculinidad hegemónica, en muchas oportunidades divorciada de la masculinidad real y deseada.
La masculinidad hegemónica será una masculinidad alienada, caracterizada por la violencia, una masculinidad mezquina, la cual en nuestra forma de organización social se ejerce desde el poder y para el poder, para dominar a otro, siempre mujer, pues los géneros ha sido estructurados y concebidos como categorías necesariamente antagónicas e irreconciliables.
No obstante, estas concepciones y conductas serán entendidas como condición biológica, o en el menor de los casos elecciones y construcción voluntaria de la estructura de personalidad, obviando la influencia y moldeamiento que han de ejercer entes socio-culturales sobre esas disposiciones colectivamente introducidas en las individualidades.
Ahora bien, la exigencia de apego a una masculinidad hegemónica, también tendrá consecuencias en la vida de los hombres, entre ellas, situaciones de aislamiento y represión de prácticas, conductas y emociones autónomas, se establecerá como imperativo el ocultamiento de las denominadas “debilidades” masculinas, pues de su espontanea manifestación dependerá la puesta en duda de la masculinidad y en consecuencia la posibilidad de exclusión, rechazo y estigma.
Pese a ello, la masculinidad no es una condición natural, biológica, inamovible e incuestionable, la toma de conciencia de esta situación ha motivado la incursión de los hombres en asuntos por la equidad de género, se ha hecho cada vez más frecuente la organización en grupos de hombres, contestatarios a la masculinidad hegemónica, pero también en lo que refiere la desarticulación del sistema que los condiciona.
En la actualidad se presenta como impostergable la ruptura con los criterios que se definieron como propios de la masculinidad, y por tanto la necesidad de desbiologizar, desmitificar, desgenitalizar las relaciones sociales, pues la modificación de la situación de exclusión y subordinación a la que aún están expuestas las mujeres en nuestras sociedades no puede darse de manera aislada, sin deconstruir esa masculinidad opresora, que excluye y subordina.
(Esther Pineda G. es socióloga, investigadora y escritora en las áreas de género, afrodescendencia y etnicidad. Autora del libro “Roles de género y sexismo en seis discursos sobre la familia nuclear”. E mail: estherpinedag@gmail.com Twitter – @estherpinedag)
Algunas cosas nunca cambian…
Amina era ciudadana de Larache, localidad norteña de Marruecos. Tenía dos opciones. Enterrarse en vida o acabar con una tortura asegurada por una de las mayores injusticias conocidas para ser humano: la agresión sexual. Por norma, esta serie de casos se ceban con las personas más vulnerables sin apenas opción para poder defender la parcela más íntima. Continuar leyendo «Algunas cosas nunca cambian…»