Las últimas noticias recibidas de Siria no pueden ser más desesperantes. Una de esas historias de la que se conoce su principio pero no se atisba un final. Son ya más de cinco años bajo las bombas y las balas. Un lustro preñado de dramas y horrores.
Dónde conviven periodismo y derechos humanos
Las últimas noticias recibidas de Siria no pueden ser más desesperantes. Una de esas historias de la que se conoce su principio pero no se atisba un final. Son ya más de cinco años bajo las bombas y las balas. Un lustro preñado de dramas y horrores.
Hace unos días recibíamos un zarpazo procedente de Guatemala. El orfanato Hogar Seguro (que resulto no serlo tanto), de titularidad estatal, se convirtió en un infierno en vida para centenares de niñas que sufrían abusos, violaciones, vejaciones y malnutrición de forma regular. Lo anormal era lo contrario. Por este motivo, el Día Internacional de la Mujer, las menores recluidas en este centro decidieron plantar fuego a los colchones en protesta por el maltrato a todos los niveles.
El panorama nos deja dos noticias: una buena y una mala. El asunto más amable lo protagoniza el Tribunal Superior de Nairobi. Esta instancia judicial ha revocado el plan del Gobierno de Kenia de cerrar el campo de refugiados de Dadaab, el mayor del mundo, porque considera inconstitucional la repatriación de quienes viven en el.
Las cifras siguen mostrando un corazón frío. Una sensibilidad atenuada. Una atención perdida en la desidia. Así se encuentra el compromiso de España con la realidad de los refugiados que han huido de la guerra, la pobreza, las desigualdades en Siria y países del entorno.
Conocer nuevos detalles del caso Blasco, el mayor escándalo de la cooperación española con epicentro en la Generalitat Valenciana, solo logra generar convulsiones incontrolables. Sucede a medida que salen a la luz más tropelías cometidas por una trama que fue creada, exclusivamente, para saquear fondos reservados a proyectos de solidaridad. Continuar leyendo «La gran avería llamada Blasco»