Aumentan la cifra de ‘niños soldado’
(Foto: Unicef)
No existe nada más preocupante que la incapacidad de neutralizar las amenazas o la inseguridad de la infancia en contextos donde se pasean las armas, las enfermedades o la falta de recursos esenciales y educativos.
En estos tiempos en los que una pandemia mundial ha agrandado la brecha de la pobreza infantil cabe lamentar que este generador de problemas severos para niñas y niños se esté cebando en lugares inestables o en conflicto. No solo por las carencias sino por las consecuencias.
Diversas organizaciones internacionales calculan, con enorme imprecisión, que 300.000 niños y niñas han sido reclutados para ejercer como soldados y están siendo obligados a vivir la guerra en primera línea: ellos con una misión y ellas con otra. Ellos empuñando un arma, de manera precoz, y ellas ejerciendo como esclavas sexuales o participando de un matrimonio forzado, no deseado ni consentido, con uno de los adultos del grupo armado.
Contextos
Esta supuesta ficción que forma parte de una realidad aplastante conduce a países como Sudán del Sur, Yemen, Sudán del Sur, República Centroafricana, Nigeria, entre otros. Pero, no son los únicos escenarios donde los abusos, los atropellos y la vulneración de los derechos de la infancia se dan con extrema soltura. Unos hechos que, con el agravamiento de los niveles de pobreza como consecuencia de la Covid19, han incrementado el número de menores que llegan a esta situación espoleados por unas circunstancias inaceptables. Por algo evitable que se convierte en inevitable por inacción o indiferencia de la comunidad internacional. Mirar hacia otro lado no suele resolver el problema. Al contrario, porque el paso del tiempo, si algo consigue, es empeorar el sufrimiento y las desigualdades en esta serie de contextos.
Convertirse en niño soldado o en una niña obligada al matrimonio con adultos deriva en un elevado impacto para el crecimiento de los menores afectados. En cierta forma, los comportamientos futuros se cimientan en el presente. Seguro que para nuestras hijas e hijos no deseamos, ni por asomo, secuelas físicas, traumas emocionales o espirales de violencia. ¡Seguro que no! Pues, ampliemos la pantalla de la empatía y la solidaridad para combatir, de manera determinante, esta serie riesgos. Para garantizar el bienestar de la infancia y las futuras generaciones. Para contribuir al color esperanza en un mundo teñido de blanco y negro ante tanta hostilidad donde los niños empuñan armas y las niñas son obligadas a perder algo tan necesario como la inocencia. Objetivos: desmovilización y reintegración.
Por cierto, un último detalle para quienes tengan tentaciones: delegar en responsabilidad ajena tampoco soluciona las cosas. Y nos aleja del compromiso.
Podcast
Contraparte 90 – ¡Devuélvanme la infancia!
(Programa dedicado a los derechos humanos y la solidaridad en Onda Cero Radio).