Palabras y frases conmovedoras sobre inmigración
Frases que se arrojan al vacío de las preguntas sin respuesta. Frases escritas en la penumbra que concede la luz de una luna observadora y hastiada de ver lo mismo cada noche. Frases inventadas con la mirada fijada en un horizonte infinito que descansa sobre un mar de apariencia tranquila; aunque existen muchas sospechas de que es solo eso, apariencia.
‘La Oración del Mar’ forma parte de una verdadera oda a la esperanza para seguir abrazado al complejo jeroglífico de la vida; dicen que suele ser lo último que se pierde. Se trata de una íntima carta redactada en un pedazo de papel prestado en la que un padre llora por dentro y sonríe por fuera al mirar a los ojos de su menudo hijo Marwan. Lo hace al pensar repetidamente que, en unas horas, él y su familia encomendarán su suerte a la clemencia del destino. Al devenir de lo desconocido. Que pondrán los píes en el abismo de un patera rumbo a Europa en la que no serán bienvenidos. Recuerda a su pequeño que la hermosa (hoy, no tanto) ciudad de Homs (Siria) estuvo libre de bombas y desgracia. Busca y rebusca en el abultado baúl del pasado para regalar alguna vivencia acariciada por un clima de paz y dulzura. Lamenta que su mente, en la etapa bebé, no le conceda la facultad de recordar, de guardar en nuestro interior el intransferible patrimonio de las experiencias. Por eso, menciona sus primeros pasos en lugares donde el sonido del aire, las ovejas y las voces de la familia eran el mayor ruido perceptible.
Espacios donde se podía respirar sin inhalar humo, polvo de escombro o tragedia. Así son las cosas: del sosiego al horror solo hay unos pequeños pasos. Los mismos que, por primera vez, dio Marwan en tiempos de paz. Un niño que también aprendió a sobrevivir a la amenaza, al miedo, a una muerte merodeando a su alrededor. De convertir el desastre en una virtud: “sabes que el cráter de una bomba puede convertirse en una poza para nadar”.
Lectura
Leer ‘La Oración del Mar’, del escritor Khaled Hosseini, autor de Cometas en el Aire, entre otros, despierta todos los mecanismos de la empatía y la sensibilidad humana. Logra ponernos en situación y definirnos el universo de sensaciones que puede aparejar la decisión de un padre que embarca a los suyos a una travesía incierta. A un viaje de ida. A un mar que ignora las ilusiones, los deseos y las ambiciones de aquellas personas que tratan de ponerse a salvo saltando de una realidad a otra. Que persiguen la escurridiza sombra de la oportunidad en la otra orilla del mundo. Que viven soportando una angustia esculpida en los sentimientos ante una incertidumbre ilimitada que solo el mar tiene el poder de resolver: para bien o para mal.