¡Crucemos los dedos!

La discriminación se instala en Brasil

Al norte y al sur. En Estados Unidos y en Brasil. En estas dos latitudes del eje americano se localizan dos posiciones políticas contrarias a abrir la puerta al inmigrante o aceptar que existen otras culturas en el territorio. Ambos coinciden en el hecho de justificar la discriminación de personas. En entregar su fidelidad a unos ideales instalados en el rechazo al diferente y excluir en un rincón cualquier política relacionada con la integración.

Desde la atalaya de Donald Trump la estrategia pasa por convertir las fronteras con México en una trinchera social, policial y, si la situación lo requiere, también militar. De momento, ha ordenado el envío de un contingente de soldados sin precedentes. Una decisión que va acompasada por el endurecimiento de un discurso con futuras medidas que dificulten la residencia de los mexicanos y centroamericanos en el país.

Racismo y Xenofobia

Mientras, el ultra derechista, Jair Bolsonaro, recién elegido como presidente de Brasil, ha cargado de amenazas sus acciones de gobierno dirigidas al movimiento Sem Terra, las comunidades indígenas, el colectivo LGTBI o los activistas de Derechos Humanos. A estos últimos les ha advertido que no permitirá ni un ápice de críticas, reivindicaciones o denuncias. De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no ha disimulado en mostrar una elevada preocupación porque las leyes antiterroristas sean utilizadas para la criminalización del derecho a la manifestación y de asociación.

Y, qué va a pasar con aquellos venezolanos que busquen en este territorio vecino un lugar más propicio para encontrar una oportunidad de vida. ¿También se va a utilizar este asunto fronterizo para fomentar la xenofobia a base de declamar un discurso radical?

Tiempos muy inciertos en el norte y sur del continente americano. Con el comprensible temor de que estas políticas radicales tengan un efecto contagio imparable.

¡Crucemos los dedos!

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