Las mexicanas vuelven a velar a una mujer víctima de la violencia machista, del feminicidio más atroz que se conoce. Es una de las amenazantes realidades con las que conviven a diario: cada mañana, tarde y noche. Cualquier situación, por nimia que parezca, puede derivar en una desaparición o en el asesinato de una mujer.
¿Qué más tiene que pasar?
La comparecencia dejó perplejos a todas y todos los asistentes al acto público. Se trataba de un representante del gobierno central hablando de un caso de Violencia Machista en la provincia de Pontevedra. Al referirse al tema, emergió un discurso decimonónico y rancio que definía el actual papel de la mujer como “un ser vulnerable e indefenso”. Desde ese momento, el frío viento intelectual comenzó a soplar con una intensidad imprevista. Una profunda borrasca irrumpió por uno de los pasillos de aquel organismo oficial con una torrencial lluvia cargada de términos atrasados; más próximos a la compasión que al compromiso social contra uno de los principales problemas en España. Los gatillazos verbales no cesaban de sonar. Micrófonos abiertos y grabadoras encendidas con una repetida tentación de apagarse. Con el deseo de no haber registrado nunca algo tan inapropiado. De borrarlo todo.