Mordaza a radios comunitarias en Honduras
Derribar una antena es similar a atentar contra un pilar de la democracia de cualquier sociedad. En Honduras, un país sumido en el más absoluto caos porque quienes pierden las elecciones y no reconocen el resultado, ha sufrido un golpe a su libertad de expresión: Radio Progreso ha sido objeto de acoso y derribo.
Todos los indicios apuntan a una acción cometida por mercenarios al servicio de un partido político que persigue perpetuarse en un gobierno que trata de volver a presidir un tal Juan Orlando, cometiendo una cascada de fraudes e irregularidades para revertir el dictado de las urnas. Y para ello ha situado en el punto de mira a aquellos medios de comunicación que no vacilan en llamar a cada cosa por su nombre, evitando los argumentos vagos y confusos. Canales que no recurren a la semántica para contar las cosas.
Ataque intencionado
Según parece, los profesionales del canal comunitario ‘El Progreso’, ubicado entre las venas y las arterias de Tegucigalpa, comprobaron como el pasado 9 de diciembre de 2017, su antena dejaba de emitir. De forma premeditada fue desatornillada, saboteada y dañada hasta lograr anular su operatividad. Todas las investigaciones ahora evidencian la intencionalidad de los hechos.
Ante esto, conviene recordar que existen varios modos de empobrecer a la libertad de expresión: clausurar, atacar o eliminar el medio incómodo, entre otras medidas. Se optó por el segundo. Se hizo contra quien utiliza el antídoto de abrazar, a diario, a una verdad para inmunizarse contra la mentira y la manipulación. Este es el caso de los colegas de Radio Progreso que decidieron convertir los micrófonos – hasta que fue posible – en una trinchera de lucha por la justicia social y política.
En los últimos días, han sido innumerables las muestras de solidaridad dentro y fuera del país hondureño contra un inaceptable atropello a la palabra. Contra un hostigamiento a la frase que dibuja la realidad. Contra una política que atenaza a las voces que amplifican el tono para denunciar una sociedad secuestrada por el fraude y expoliada en su derecho a decidir.
Pero, si algo ha quedado claro en estos últimos años es la inagotable capacidad para resurgir de los pueblos latinoamericanos como Honduras. Aunque, necesariamente, ese proceso solo puede tener unos buenos cimientos sí las antenas de sus emisoras de radio vuelven a dejar volar voces en plena libertad.
¡La intuición nos dice que así será!