Todos los días del año deberían ser declarados como Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza. Que se sepa, por el momento, no se han registrado muchos cambios al respecto. Se tendría que incidir en el principal problema de la humanidad. Pero, no lo hacemos. Habría que invertir esfuerzos para recortar el extendido manto de personas que sufren el castigo de la carencia de recursos más básicos. Y, sin embargo, nos ponemos una venda en los ojos para vivir en la comodidad que proporcionan las tinieblas.
Buenos deseos
Pasar por un proceso depresivo o padecer una enfermedad psiquiátrica o psicológica es otra de las formas de discriminación social que acaban por abocar a la persona a la máxima expresión de la pobreza. Son muchos los que entiende que esta situación solo se da cuando las carencias pasan por un plato, un vaso o un techo. ¡Para nada! El vestuario de la pobreza tiene decenas de opciones y complementos en un interminable fondo de armario. Lamentablemente, la difusión de la recurrente imagen mediática de seres humanos, de diferentes edades, desnutridos ha alimentado la idea de que “el pobre es aquel que no tiene para comer”. Y como se puede intuir eso no se corresponde con la aplastante realidad. Se trata de otro de los tantos errores de concepto que provocan una especie de anestesia colectiva que evitan profundizar en esta serie de problemas.
Depende de quien narre el cuento
Los grandes olvidados no parece que vayan a ser rescatados de la actual oscuridad informativa. Desde el desmantelamiento del campo de refugiados de Idomeni la situación ha variado de forma sustantiva: la realidad de las personas que huyen de la guerra y la pobreza ha pasado del primer plano a ser unas verdaderas desconocidas. Es cuestión de apagar el foco informativo para que el problema desaparezca de escena y así despreocuparse de elaborar una posible solución.
¡Hasta la próxima!
Ya no hay campos de refugiados mediáticos. Han borrado la imagen en nuestras televisiones. Los informativos de la pequeña pantalla han apagado el foco en aquellos lugares en los que la tragedia humana enseñaba los dientes a diario. La decisión del gobierno griego, un ejecutivo de políticas de izquierdas, ha atendido las recomendaciones de Bruselas, de la Unión Europea. No se podrá decir que no ha sido obediente.
Tres en raya
¿Hay alguien en Europa?
¿Dónde está Europa?, ¿alguien conoce algún país que practique los Derechos Humanos con letras mayúsculas, aquí dentro? La comisión de Inmigración ha criticado la inacción de los Veintiocho a la hora de cumplir con los compromisos para abordar la crisis de los refugiados. Según parece, el programa para atender a 160.000 demandantes de asilo solo ha registrado 497 personas reubicadas. Una cifra que debería sacar los colores a todos los Estados miembros. Un dato que estrecha las manos a la vergüenza más absoluta. Una fotografía del desastre de las políticas sociales a este lado del Mediterráneo.