El conflicto bélico en la franja de Gaza deriva en una crítica salida para quienes soportan las bombas y el continuo fuego cruzado. Los años de Plomo Fundido han regresado a su contexto natural en una nueva ofensiva bélica, en toda regla. Mientras todo eso sucede, las campañas informativas, de uno y otro bando, tratan de empañar el cristal para que no se condenen las técnicas militares y sus consiguientes consecuencias bajo el prisma de los Derechos Humanos. Que, al final, acaba pagando la sociedad civil con lo más preciado y vulnerable: la vida…
Un interesado polvorín edificado en Oriente Medio es tan solo la nítida expresión del letal impacto que generan unos miserables intereses políticos y económicos en la zona. El análisis de la crueldad empleada, en las acciones militares, es vilmente usado para acusar al contrario de su extrema maldad. Pero, nunca se repara en los daños reales e insalvables en un obsesivo empleo de las armas.
Y, al margen de la trascendencia política del conflicto, lo más terrible se traduce en las docenas de niños y personas indefensas muertas y enterradas bajo los escombros (y no donde deben) de algún edificio o casa derribado por un misil… La ausencia de humanidad se hace imprescindible para soportar un horror sin un final claro y definido.
Es evidente que el deseo por controlar los recursos energéticos y demostrar «quien tiene más músculo en este lugar» no es un asunto menor. También queda patente que el pueblo Palestino no quiere seguir soportando un encarcelamiento al aire libre. Del mismo modo, los seres humanos que residen en la región Cisjordania se niegan a convivir en un permanente clima de inestabilidad a uno y otro lado de la frontera. Detrás de toda esta lectura y locura política, no podemos olvidar la continua perdida de vidas. De muchas . En múltiples ocasiones, de niños, mujeres y personas mayores expuestas al fuego enemigo o amigo, resulta difícil precisar cual ofrece un mayor peligro…
Es decir, desde el futuro hasta experiencia más enriquecedora, que pueden aportar tanto la infancia como la vejez a una sociedad, están siendo ajustciados por eludir o declinar un obligado dialogo político de Estados ante un contexto encharcado de hostilidad.
Por su parte, la comunidad internacional dice que «esta en ello. Que lo intentan con esfuerzos diplomáticos». Sin embargo, en las mismas aceras donde se encuentran los consulados y las embajadas se dejan escuchar los silbidos de las balas y cohetes amenazando a una población ajena a las negociaciones.
Desgraciadamente, la solidaridad entre pueblos, llamados a entenderse, se ve sometida a un irremediable y radical ostracismo… Sufre una traición, cada mañana, a pesar de los supuestos intentos por pacificar la región: Horas y horas de encuentros, posiciones políticas o mensajes que se quedan en meros gestos que no lograr pilotar un verdadero y determinante proceso hacia la anhelada Paz.
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(Este post nace de en un hondo intercambio de reflexiones en la Social Media con el fotógrafo Oscar Pinal; finalmente, responsable de la selección las imágenes gráficas y audiovisuales que acompañan a este texto)