Actor Social – Estética Imperializada

Esther Pineda G.- Somos a la vez participes y espectadores de un complejo societal en el cual las minorías dirigen el destino de las mayorías, donde los patrones occidentales imperan sobre los orientales, y en el cual los criterios de validez y modos organizativos de la norteamérica capitalista intentan liderar el mundo.

Es a propósito de ello que encontramos constantemente sobre el tapete el tema del imperialismo, sin embargo, esta preocupación ha sido circunscrita fundamentalmente a los efectos de un imperialismo político y económico, hemos obviado la diversidad de espacios de la vida social y elementos de nuestra cotidianidad que han sido impregnados sigilosamente por el germen del imperialismo anglosajón.

Entre ellas llama en particular la atención el proceso mediante el cual la estética ha sido imperializada, en la mayoría de los casos pasando desapercibida en las mentes de los hombres y mujeres de nuestras sociedades modernas.

Vivimos constreñidos (as) en un sistema capitalista que dirige, controla y ha alterado la forma en que nos vemos, la forma en que deseamos vernos, es decir, nuestros gustos y deseos. Este hecho profundizará significativamente la desigualdad social existente, legitimando e inscribiendo criterios de discriminación y exclusión que habrán de trascender la subjetividad de la percepción física del otro (a), y que darán paso a la formación de dos nuevas clases sociales, definidas de antemano como antagónicas e irreconciliables: estéticos y no estéticos.

Será así como la tez blanca, el cabello rubio, y los rasgos minuciosamente perfilados ya sea por la mano de la naturaleza o de la cirugía estética, se erigen como los criterios lideradores de la belleza del mundo.

No obstante, dichos criterios prototípicos y estereotípicos a partir de los cuales habrá de definirse “lo bello”, responden a una herencia colonial eurocéntrica que promovió, mediante la imposición, la asimilación e internalización de una estética foránea.

Otrora, la belleza estuvo definida por el equilibrio entre las formas, la armonía y la naturalidad; en la actualidad, el arbitrario consenso de patrones de belleza dividió el mundo en bien (belleza) y en mal (fealdad), promoviendo en un extremo, la aceptación y reconocimiento en quienes se adecuen efectiva y eficientemente a la expectativa estética impuesta, y en quienes no, acentuará las practicas aspectistas (Discriminación por apariencia) y ostracistas (Apartar a algún miembro de la comunidad por no considerarse del agrado o interés de los demás); en el contexto de una sociedad hostil que sanciona la naturalidad con rechazo, la renuncia a la homogenización estética con exclusión y la diferencia con repulsión.

Así, la estética imperante, definida como valor supremo de belleza, responde a la lógica de un modo de producción capitalista, deshumanizadora del cuerpo mediante restricciones y modificaciones logradas mediante la sistemática persuasión y sobreestimación ejercida a través de la reproducción y cotidianización de la imagen de estrellas, modelos y cantantes.

El mundo ha perdido su soberanía estética, se ha rendido a una estética imperializada, unidimensional, uniracial, unicultural; orientada a desmantelar las culturas originarias y la diversidad, descalificando e intentando desintegrar la soberanía pluricultural y multirracial de los pueblos, mediante la motivación y promoción de la desestimación y vergüenza de los rasgos y fenotipos hindú, asiáticos, africanos o aborígenes, es decir, de todo aquel no caucásico, lo cual se convertirá inevitablemente en el motor generador de endorracismo al difuminarse los comportamientos y gustos propios de los pueblos.

Ahora bien, esta anulación y neutralización de la diferencia habrá de materializarse en la comercialización especulativa de la estética imperialista, definida como “ley superior”, sin embargo, pese a la comercialización de su ideal de belleza, de colocación de sus productos, cosméticos, peinados, accesorios y la consecuente modificación de nuestros cuerpos de acuerdo a sus criterios de belleza, seguimos siendo dentro de la lógica eurocéntrica y anglosajona, mujeres y hombres provenientes de los no azarosamente llamados por ellos pueblos atrasados, solo se espera que seamos “mejores”, es decir, que causemos menos desagrado.

No obstante, esta problemática va a profundizarse significativamente al ser interceptada por una variable de género; en una sociedad donde el hombre se ha definido como superior y donde han sido monopolizadas por el, las actividades, posiciones de poder y reconocimiento social, la mujer será obligada, cuando menos inducida, apropiarse del esteticismo como mecanismo para acceder al reconocimiento y prestigio que le ha sido históricamente negado.

Será por ello que el culto a lo estético, y la explotación de cualidades de belleza, necesariamente conducirá a una continuidad de la subordinación femenina; al ser su belleza el medio para la conquista, y donde su idea de belleza va a depender de la aprobación del hombre al cual el mercado capitalista pre-configuró sus gustos e instituyó el cuerpo de la mujer como instrumente y objeto de creación y estimulación de reacciones e intereses lúdicos.

(Esther Pineda G. es socióloga, investigadora y escritora en las áreas de género, afrodescendencia y etnicidad. Autora del libro «Roles de género y sexismo en seis discursos sobre la familia nuclear». E mail: estherpinedag@gmail.com  Twitter – @estherpinedag)

¿Dónde está la generación ni-ni?

Identificación de jóvenes pasivos

La Confederación de padres y madres de Alumnos (COFAPA) digiere con gran satisfacción los resultados obtenidos por el informe ‘Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis’, realizado por el Instituto de la Juventud (INJUVE).

Al contrario del papel que algunos estratos de la sociedad otorgan a las generaciones del futuro relevo, este estudio sociológico califica a los jóvenes de España como ‘protagonistas y motor del cambio que necesita la sociedad’.

Este trabajo desmonta los pilares de una imágen ‘muy negativa’ de la juventud actual. Estas supuestas valoraciones, situando al futuro natural de la sociedad en una posición de escasa esperanza, quedan en entredicho gracias a la elaborada y rigurosa labor realizada por los expertos en sociología del INJUVE.

Entre las particularidades, el sociologo responsable del estudio, Lorenzo Navarrate, destaca que la falta de motivación para asumir responsabilidades no se presenta en el grupo de población posicionado entre 16 a 19 años. Un escenario contrario sólo lo encontraríamos en los jóvenes instalados en la franja de edad de 20 a 24 años, una de las más castigadas por la desconsideración social. Aún así, la falta de estimulos se presenta en pequeñas proporciones.

Todo parece indicar que la estigmatizada generación, por una supuesta pasividad, está en clara decadencia. El hecho de vivir a la «sopa boba» es practicado por una minoria, no superior al 5% de los jóvenes que superan la veintena, mientras que los que se encuentran por debajo de este umbral no alcanzarían el 2%.

Y, la proporción decrece al contrastar los datos de la EPA (Encuestra de Población Activa) de otros ejercicios anteriores a 2009, año utilizado como base principal del estudio, entre otros.

Sin duda, el último grupo referido es el que más demuestra respirar aires de dificultad cuando reflexiona sobre el campo laboral. En concreto, la sensación de frustación aumenta a medida que el nivel formativo es más elevado. Tampoco, las conclusiones del trabajo conceden a la denominada generación ‘ni-ni’ demasiado espacio y recorrido para subsistir en el futuro. Más bien, parece que estaríamos asistiendo a algo residual, recurriendo a términos técnicos de una cuidada investigación social.

El riesgo de desorientación no amenaza a la gran mayoría de jóvenes que, en principio,  descartan el cómodo y poco productivo refugio de la filosofía «ni-ni» como una alternativa ante la actual situación de crisis. Entre los dos segmentos de edad analizados no se llegaría a una suma del 7% que han expresado su voluntad de no enterrar aquello de «ni estudia, ni trabaja» o seguir un modelo basado en un hedonismo radical, «un estilo  de entender la vida que no sólo se circunscribe a las edades más tempranas».

Casualmente, los resultados del estudio abren un campo para nuevos interrogantes sobre el grado de responsabilidad de los padres, la comunidad educativa, los medios de comunicación y la propia sociedad con respecto a una parte de la juventud tan poco activa ante los acontecimientos, y los extendidos estigmas transformados en prejuicios sociales para los menores de 35 años. Aunque lo más significativo e inmediato para la Sociología y el Trabajo Social, quizás, se sitúe en despejar: ¿Dónde está la generación ni-ni? 

 

Comunicación para un desarrollo inclusivo y sostenible

Natalia Puga.- La Comunicación para el Desarrollo es todavía una disciplina en fase experimental y de tímida implantación en los proyectos de cooperación internacional para el desarrollo promovidos desde este país, pero en los últimos años han surgido interesantes iniciativas que iremos estudiando en sucesivas reflexiones en Referencias. En el marco de esta inquietud surgido entre los profesionales del tercer sector y del mundo comunicativo se enmarca el Encuentro de “COMUNICACIÓN, INCLUSIÓN Y DESARROLLO SOSTENIBLE” celebrado en Córdoba entre los días 20 y 21 de octubre de 2010.

Con la mirada siempre puesta en América Latina, donde se puede localizar el germen de la comunicación para el desarrollo entendida como una manera diferente de hacer comunicación, enfocada a mejorar la calidad de vida de las personas, en este encuentro  se reunieron diversas organizaciones de Europa, África y América Latina para exponer sus experiencias en el ámbito de la comunicación para el desarrollo.

El objetivo del encuentro, promovido por el Centro de Iniciativas para la Cooperación CIC Batá, era intercambiar el trabajo que se está realizando, así como mostrar los resultados que se están consiguiendo, los obstáculos y los retos que se han de afrontar. Y el objetivo se alcanzó.  Se llegó a el con la suscripción del documento “Propuestas desde Córdoba por una comunicación para un desarrollo inclusivo y sostenible” por parte de quince entidades sociales y departamentos y estudiantes de diversas universidades de los tres continentes implicados.

AGARESO tuvo la oportunidad de formar parte de este encuentro y quiso trasmitir su forma de entender la comunicación para el desarrollo, como una herramienta de evidente utilidad a la hora de promover procesos de cambio y un desarrollo humano hacia una sociedad más inclusiva y más justa. 

Hablar de CpD para esta entidad es hablar de personas, de ciudadanos con potencial comunicativo, pero que no han tenido la oportunidad de desarrollar sus capacidades. Hablar de CpD es hablar de la brindar la oportunidad a comunidades y sectores de la sociedad que han estado silenciados por causas ajenas a su voluntad, que incluso han sido relegados a situaciones de exclusión social y de marginalidad. Es hablar de darle voz a personas que han sido privadas de ella, de facilitarle las herramientas para que puedan comunicarse y de dejar que se expresen. Sus aportaciones al mundo y al desarrollo humano serán mucho mayores de las que aportaciones que se puedan hacer desde las entidades que nos dedicamos a facilitarles, simplemente, un conocimiento comunicativo del que habían sido privados.

Una entidad con estos principios como base de trabajo no podía sino suscribir las propuestas formuladas en Córdoba, en un encuentro en el que ha sido unánime la conclusión de que “la comunicación es fundamental en la construcción de una sociedad democrática y plural, donde las identidades culturales de sus ciudadanos y ciudadanas se fortalecen, como punto de partida para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales y la convivencia intercultural, haciendo posible una auténtica apropiación de los procesos de desarrollo. Además, la comunicación nos hace apasionados por la acción y la reivindicación de aquellos derechos que nos pertenecen, que son inherentes al ser humano”.

Las entidades que han suscrito este documento concluyeron que el compromiso de las organizaciones que trabajan la Comunicación para el Desarrollo “es esencial en muchas comunidades para defender el derecho que tienen todas las personas y todos los pueblos (sin distinción de su procedencia, cultura, orientación sexual o religión, mediante la información y la educación, con los medios legales y materiales, incluidos los medios tecnológicos necesarios) a acceder a los medios de comunicación que consideren adecuados, sea cual sea la naturaleza de éstos”.

Las organizaciones participantes hacemos consideraciones y planteamos los objetivos que creemos que deben marcar el futuro de la CpD en el siguiente documento:  Propuestas desde Córdoba por una comunicación para un desarrollo inclusivo y sostenible.

(Conoce las conclusiones del encuentro descargado el documento oficial elaborado en formato PDF: Propuestas desde Cordoba CpD)

Actor Social – «Existía algo impensable hoy en día: las famosas brigadas»

Tomas Acuña.- Hace 21 años que soy funcionario de Instituciones Penitenciarias, y lo que ha cambiado todo en prisiones, es cierto que todo debe evolucionar, porque todo es dinámico, nada se mantiene inalterable, pero cuando echas la vista atrás y los recuerdos vienen a mi memoria, pienso: ¡Como ha cambiado nuestro trabajo! No se parece en casi nada a lo que era, salvo en que las personas continúan ingresando en prisión y que seguimos aquejados de un mal endémico  parece que perpetuo en esta Administración: «la falta de recursos humanos»…Pero muchas cosas han mejorado, las condiciones de trabajo, las condiciones de los centros, el tratamiento, la aplicación de la normativa penal y penitenciaria, etc.

Las celdas tenían barrotes en las puertas

Aún recuerdo cuando empecé a trabajar en la prisión provincial de ‘La Parda’, en Pontevedra, una prisión obsoleta y antigua, sin condiciones para casi nada, mala para los trabajadores penitenciarios y mala para los internos, había celdas en donde en lugar de una persona, había tres, cuatro y hasta cinco internos. Existía algo impensable hoy en día: las famosas ‘brigadas’, esos dormitorios colectivos donde se hacinaban 20, 25 o hasta 30 internos, y donde por las mañanas cuando ibas a realizar el recuento era muy difícil mantener la compostura por el olor humano que se respiraba. «Era insoportable e incluso producía arcadas».

Las celdas no tenían duchas. Estaban en una zona común donde los internos se debían duchar con otros internos; no existía la intimidad. Imposible hacer una minima clasificación exigida por una legislación penitenciaria avanzada y moderna, pero que no se podía cumplir por falta de infraestructuras y centros que la permitieran, donde los penados estaban con los preventivos, los que habían estafado con los asesinos, los primarios con los reincidentes.

En el suelo del departamento de aislamiento nacía agua, si no andabas con cuidado te metías un resbalón y acababas con tus huesos en el agua; no solo debías tener cuidado con los ‘iuras’ que había allí si no precaución de no romperte una pierna, un brazo o la clavícula. A todo esto se le añadía que estabas solo con internos con mucha agresividad, odio, desesperanza lo que aumentaba su frustración que terminaban pagando con el que tenían más cerca, fuera interno o funcionario…

(Primer relato de Tomas Acuña de una serie dedicada a las experiencias del pasado y presente de las prisiones en el sistema español)