¡No es mucho pedir!

Contra la discriminación en Facebook

Una integración de boca pequeña parece que impone para las personas con discapacidad. Decir que tienen derechos para facilitar que accedan a ellos es lo mismo que dejar a alguien a mitad de camino, cuando te has comprometido a llevarlo hasta su destino. Estos días, una madre desbordada de desesperación se asomó a la ruidosa ventana de Facebook para solicitar amigos y amigas. Pero, no para incorporarlos a su lista de la red social. Lo hizo para su hija Marta.

Utilizó el formato de carta para encontrar a quien quiera abrazarla…. Con quien pintarse las uñas de colores y teñirse mechas en el pelo. Alguien que nade o haga deporte con ella. Que pasee a su lado. Que le llame por teléfono. Con quien pueda chatear. Quien la invite a dormir o se quiera quedar en casa. Asegura que hará la vista gorda y será acogedora.

Contexto

Según parece el entorno de Marta no es el más apropiado para lograr que encuentre una felicidad plena como adolescente. Necesita normalizar lo que ya debería estar normalizado: que una persona con diversidad funcional se socialice sin restricciones. Con accesibilidad. Aunque parece que eso no así. Que la sociedad sigue sin asimilar que las condiciones humanas de cada uno son solo una mera circunstancia y no una limitación. Que tener unas aptitudes no supone un freno para desarrollar una faceta tan convencional como la de la amistad.

El tener amigos o amigas no es solo un derecho sino que forma parte de dar respuesta a nuestras necesidades más básicas. Sentir que sentimos por alguien o algo no cabe duda que es lo mismo que sentirnos vivos o muertos. Y ahí existe una enorme diferencia. Ser enterrado en vida por la indiferencia es una inaceptable tortura llamada discriminación. De momento, 11.000 personas han compartido el llamado en la red social. Ahora, queda saber quien se apunta y participa de una pandilla que rompa los moldes de un gueto que estrangula las ganas de vivir de una joven de 15 años.

¡No es mucho pedir!

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