Inocencia raptada
La situación en Nigeria no puede empeorar más. A la inseguridad social, económica y política se le debe añadir un nuevo componente que tritura la esperanza de las futuras generaciones. La absoluta inestabilidad del país ofrece desgraciados y lamentables episodios que alcanzan de plano a las menores de la sociedad.
Es uno de esos hechos que sobrecoge, una y otra vez. Por más reflexiones y análisis que se hagan de la actualidad nigeriana, el camino de la razón conduce siempre al mismo vertedero de realidades: Más de doscientas niñas fueron secuestradas en una escuela de la localidad de Chibok por la milicia radical islámica Boko Haram.
Pero, lo peor todavía esta por llegar. Por que aquellas que lograron recuperar la libertad, escapando de las garras de estos desalmados, sienten como su inocencia ha sido raptada en varias ocasiones. La violación y agresión sexual ha sido el único trato que recibieron en medio de un dramático e incomprensible cautiverio que también persigue secuestrar a un gobierno y a un estado, apelando al castigo emocional.
Durante estas semanas, las reacciones de repulsa y las exigencias de liberación de las menores se han repetido en diversos países con o sin poder mundial. Fotos con lemas reclamando el cese del encarcelamiento convirtió a Michelle Obama en uno de los centros de atención mediática. Su marido, el presidente de una de las mayores potencias del planeta, advirtió que el asunto del secuestro era un tema de todos. Es decir, trasladaba el problema a todos los pueblos que pertenecen a la globalización.
Pero, el tiempo pasa, y a pesar de las buenas palabras y mejores intenciones, las muchachas continúan en manos de un grupo extremista que solo ha querido mostrar su poder a través de un vídeo con una supuesta conversión religiosa (cristiana/musulmana), aprovechando esas imágenes para ofrecer la única muestra de vida de las niñas. Pero, cada minuto que pasa, aumenta el riesgo de maltrato y violación. Y el remedio para impedir este desastre humano parece estar más cerca que hace unas semanas. Aunque el final de este cruel rapto es un capítulo pendiente por escribir.
De momento, el único método pacífico conocido pasa por evitar el olvido o el silencio a golpe de indiferencia colectiva; una realidad contra la que la propia Nigeria ya está vacunada desde hace años. Las malas condiciones de vida en este país de Centroáfrica poseen una larga lista de precedentes. Considerada una de las zonas más inseguras e inestables del continente negro ha sufrido la indolencia de los países del norte y desarrollados ante una sociedad que trata de sobreponerse cada día a la pobreza y desigualdad social.
Doscientas no es solo una fría cifra sobre el mapa. Se trata de la vida de niñas sometidas a un doloroso rapto de su inocencia en medio de la nada, sin entender nada. Mientras, la radicalidad arrasa con la virginidad física y mental de adolescentes en crecimiento, las acciones reivindicativas pierden resonancia con el paso del tiempo sin que, a estas alturas, veamos cumplida la única sed de venganza: la libertad de 270 inocentes.
Un poco de seguridad preventiva
Una campaña de sensibilización de UNICEF alerta a los padres de los riesgos para los pequeños de confiar en personas desconocidas sin tener clara la intención de ese contacto.
Suele suceder en los espacios más habituales o próximos al entorno del menor: escuelas, parques, centros de juegos o deportivos. Y, en el peor de los casos, en el ámbito familiar; mucho más difícil de detectar para agentes externos experimentados en Trabajo Social con la Infancia.
La amenaza de la pedofilia es una realidad a la que solo puede responder la cautela y vigilancia de los progenitores en un primer momento. Después, el turno corresponde a las fuerzas y cuerpos de seguridad para identificar, detener y procesar a quienes disfrutan con las prácticas o tendencias pedófilas.
Un dato relevante para la reflexión colectiva y social: La Fundación Alia 2, un colectivo que persigue la seguridad para los menores en la red, refleja en un informe publicado en el 2011 que cerca de 16.000 intercambiados a través de internet albergaban sospecha de portar contenido pedófilo.
Confiar en la seguridad real puede resultar más beneficioso que confiar en el azar como método tradicional para defenderse y evitar una amenaza a la parte más vulnerable de nuestra familia.