El Alzheimer y sus consecuencias no son una limitación para anular una hermosa historia cargada de sentimiento y sinceridad que una mañana circulaba por las redes sociales: Facebook, Twitter, entre otras. Llevamos tiempo con este tesoro escrito guardado para publicar y compartir con quienes todavía entregan las emociones a escenas vitales como esta:
Una mañana agitada, a las 8:30am, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le retiraran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado porque tenía una cita a las 9:00 am. El doctor le pidió que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora. Lo vio obsesionado con su reloj y decidió, examinar su herida.
Mientras lo curaba le pregunto si… tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado. El señor le dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa.
El doctor le pregunto sobre la salud de ella: El le respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer. Le pregunto si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde: Le respondió que hacia tiempo que ella no sabía quién era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo. El doctor sorprendido entonces le pregunto: “¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?”
El sonrió y le dijo: “Ella no sabe quién soy, pero yo aún se quien es ella y la amo”. Al doctor se le erizó la piel, y tuvo que contener las lágrimas mientras él señor se iba, y pensó, «ese es el tipo de amor que quiero en mi vida. El amor verdadero no es físico, ni romántico. El amor verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no serás en la vida. La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos sólo hacen todo, lo mejor que pueden”.
La vida no se trata de sobrevivir a una tempestad, se trata de saber cómo ¡Bailar bajo la lluvia!