El alcalde de las capacidades

Domingos Dosil quiso cerrar su ciclo vital siendo fiel a la homonimia de su nombre. Se marchó un domingo para formar parte de las inmortales referencias en los avances más progresistas que ha experimentado el universo de la discapacidad en Galicia.

Fundo con un sacrificio impagable la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (COGAMI). Tuvo la capacidad de aplicar las virtudes de la política, bien entendida, a la conformación de una red, sumergida en continuos desencuentros ante la imposibilidad de armonizar y canalizar las reivindicaciones de las personas con discapacidad.

Desde la ría de Muros y Noia, lograba alcanzar un nivel de inspiración social que le empujo a tejer una malla de asociaciones que representasen las múltiples realidades del ámbito de la discapacidad. Solo era cuestión de emplear con elevada capacidad una conciliación de micro realidades dentro de una gran realidad social.

El infatigable trabajo no ofreció resultados de forma inminente. Como suele ser habitual en los grandes proyectos “los primeros avances se hacen esperar para desesperación de sus fundadores o creadores”. Haciendo gala de una elevada paciencia, mucha paciencia, y habilitando la mente para hacer un buen uso de la inteligencia, recorrió un largo camino escogiendo las carreteras secundarias. Consideraba que, en este proyecto social, había espacio para todo y para todos/as.

La percepción colectiva de vivir en la misma residencia con una discapacidad comenzó a mudar de piel hacia posiciones y visiones más integradoras. Fue una talla labrada a conciencia con una inalterable abnegación. Estimó forzoso invertir el tesón necesario para no abandonar el objetivo de levantar uno de los pilares del Bienestar Social, a base de inyectarle cada mañana una cantidad de hormigón.

Recién cumplida la mayoría de edad, una mala brazada en la playa le sentó en una silla de ruedas para toda la vida. A pesar de la severa limitación, entendió que afrontar una paraplejia no era sinónimo de sumergirse en las profundidades de la exclusión social. Luchó y consiguió convencer a una sociedad ‘en pañales’ que la discapacidad no es más que una circunstancia más de la vida.

Las acciones por visibilizar, y no solo visibilizar sino también sensibilizar a personas con capacidad de decisión en las administraciones públicas desembocó en una conversión en las formas de gestionar los servicios sociales , por aquel entonces muy hermanados con el criterio asistencialista. 

No prescindió de lo andado, aunque se esforzó por modificar algunos itinerarios en el mapa social que, hoy en día, han sido asumidos y absorbidos por nuestro modelo de convivencia. Dosil fue un fiel creyente  en la política y sus beneficiosas consecuencias. Tanto es así que acabo siendo alcalde de su villa natal. Otro nuevo golpe a la normalización de la discapacidad.

Derribo los muros desde Muros de las conciencias más intolerantes e inflexibles. Por el camino dejo a voces que buscaba su desaliento y desmoralización. Pero, como buen estratega, dosificó todos los esfuerzos a disposición para gobernar como ‘un  alcalde de las capacidades’.

Capacitada para ser madre…

El otoño se comporta con pereza y no desea aparecer hasta bien entrado el mes de octubre. Por eso, el buen tiempo se impone con amabilidad y preside todos los rincones en esta moratoria veraniega. La mayoría opta por no portar más que las prendas imprescindibles de ropa.

Es domingo y las caras de relajación son habituales entre los que deciden pasear a mediodía, después de jactarse de no haber madrugadado por un día… En todos los cruces de caminos la percepción es la misma.

Un carrito, una bicicleta, una pelota, un muñeco como fiel compañero o un grito de emoción infantil decoran el paisaje visual y sonoro de un parque con espacios de esparcimiento, especialmente, dedicados a dos generaciones situadas en los dos extremos de la vida: Las futuras y las veteranas. La convivencia es multigeneracional. Abuelos, padres e hijos disfrutan del único día festivo de esa semana.

Como es tradición, los parques infantiles registran esos curiosos ‘picos’ de masificación en días tan señalados: El tobogan y los columpios son los preferidos por niños y niñas que esperan con impaciencia su oportunidad, y miran con cierta envidia a aquellos que llegaron antes.

La postal dibujada podría representar la vida cotidiana y familiar de cualquier pueblo, villa o ciudad del mundo, con independencia de la lengua, cultura, raza o religión. Las posibilidades de recorrer el planeta y topar con esa escena dominguera son muy elevadas. Pero, no necesitamos viajar demasiados kilómetros para coincidir con un generalizado domingo en familia. Nos encontramos en el ayuntamiento coruñes de Arteixo, donde algunos brujos dedicados al fútbol han pasado a la historia de este deporte rey: Arsenio Iglesias es el mejor ejemplo de ello.

De repente, la atención se deteniene con admiración en una madre jugando con su pequeño, el cual agarra con pasión un balón mal inflado. Lo escucha con esa ternura que solo las madres son capaces de fabricar de modo innato: «El intangible cordón materno/filial se manifiesta con hechos».

A una corta distancia, el padre celebra la hermosa relación de ambos refugiado en la discrección del silencio. Camina atrasado un par de metros. Se esmera en empujar con la máxima suavidad una silla de ruedas. Logra que la moderación también forme parte de la incercia… La naturalidad se convierte en una inseparable estela al paso de esta familia.

Al ingresar en uno de los espacios destinados al juego infantil, el niño es advertido que está obligado a respetar el turno de sus compañeros/as. Se desprende con rápidez de tal responsabilidad asintiendo con la cabeza y soltando el balón con un involuntario desaire ante los pies de una inconforme madre; quien solicita la maxima tranquilidad en sus incontrolados aspavientos.

Transcurrieron cerca de treinta minutos hasta que el paseo alrededor de un estanque nos condujo al mismo punto donde haíamos dejado la mirada social más acentuada de aquella jornada. El pequeño abandona a prisa el parque por regalarle un beso en la mejilla a su madre. Posteriormente, le susurra al oído y sonrien, de nuevo, mirandose mutuamente a los ojos: «Solo ellos dos saben cual es el ignoto secreto de su felicidad».

La ternura se acababa de presentar despeinada y sin arreglar demasiado en esa mañana, casi tarde, de domingo. Prefería la frescura y naturalidad, al maquillaje y el traje recien planchado para una ocasión, en la que no hizo falta valerse de la aplicación de leyes, vinculadas a la discapacidad (Liondau o Autonomía Personal y Atención a la Dependencia), para conocer una nueva expresión de la integración normalizada, gracias a la serena reivindicación de una madre capacitada

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