El invento se aplicó un par de veces y satisfizo a sus promotores: Funcionaba, y muy bien, aunque se podía perfeccionar, y en eso estamos.
Luego, claro, las envidias…todos quisieron tener su bomba, o dos, o mil.
Que una bomba atómica podría ser también “controlada” para calentarnos e iluminar nuestras casas fue una aplicación secundaria, un daño colateral más.
Medio siglo escuchando las bondades de las centrales nucleares, esas tan…
Seguras, porque los más de 800 incidentes de consideración registrados son detalles sin importancia.
Limpias, porque los residuos de media y alta actividad que legaremos a nuestras 150 generaciones posteriores y para los que 50 años después de empezar a producirse la ciencia no encontró otro sistema de “gestión” que almacenarlos, cuando no directamente tirarlos al mar son… irrelevantes.
Inagotables, aunque el uranio sea un recurso no renovable, con yacimientos utilizables que se agotarían antes de un siglo, pero… ¿quien pretende vivir un siglo?.
Eficaces, aunque uno de sus principales factores limitantes sea su altísimo coste, que década a década aumenta exponencialmente. Pero eso, recortando un poquito en seguridad, otro poquito en calidad de materiales, otro poquito en personal y con muchos fondos públicos se consigue un precio muy competitivo.
Con futuro, aunque aporten menos del 5% de la energía que utilizamos y globalmente los proyectos de instalación vayan en descenso.
Objetivos prioritarios en caso de guerras o acciones terroristas… que no deja de ser una forma de promocionar el turismo.
Mucho oportunismo político y pocas voces a favor de la energía nuclear estos días. Seguramente comprensible con la que está cayendo… y la que va a caer porque todavía es impredecible como terminará el accidente, por otra parte previsible, de Fukushima.
Sin embargo, ahora que sus argumentos serían escuchados con extraordinaria atención, quienes siguen defendiendo la energía nuclear callan. Pocas veces mejor aplicable el término de silencio sepulcral.
Como si fuera cosa del destino, Fukushima inauguró los actos en memoria del 25 aniversario de Chernobyl. La tragedia que continúa, silenciada, sumando víctimas olvidadas, y nos puso en evidencia que el sueño nuclear era más bien una pesadilla.
La gran pregunta: ¿Existen energías alternativas?.
La respuesta es, realmente NO… porque ya no son alternativas, son las únicas realidades viables posibles.
La utopía se cambió de bando.
(Antón Lois es miembro de la directiva de la ONG Amigos da Terra en Galicia)