El voto de la discriminación ante la urna de la incomprensión

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La situación no deja un resquicio de duda. El compromiso y la responsabilidad obligan a vestir la casaca de la denuncia. Ser beligerante ante una serie de actitudes y comportamientos negativos, más bien vejatorios, solo es parte de la solución inicial de un problema social de una dimensionada amplitud.

El derecho a ejercer el sufragio universal tiene unas condiciones limitadas para personas con capacidades diferentes. Eso es, al menos, lo que considera una interventora y candidata del Partido Popular de L’Alfàs del Pi, quien en una arrogante, altanera e discriminatoria reacción complicó más que facilitó las cosas a una mujer discapacitada con intenciones de votar en el municipio de la provincia de Alicante.

Durante todos los pasos de esta historia real aparecen recios muros de diversa tipología. Una mujer discapacitada, de avanzada edad, se dispone a acceder en una silla de ruedas al colegio electoral con las habituales barreras arquitectónicas, a la espera de una actuación comprometida para su eliminación. Es ayudada por dos Técnicos Sanitarios (TS) de generosos y nobles sentimientos.

Una vez en el interior, tras la elección de la papeleta, esta mujer se dispone a votar para lo que necesita asegurarse de su decisión. Para ello, pide a la chica que le acompaña la comprobación de que la papeleta deseada está en el interior del sobre.

Es en ese momento, cuando la interventora y, al mismo tiempo, candidata del PP prohíbe proseguir con la votación por simple hecho de haber solicitado la comprensible ayuda de otra persona.

La siguiente escena es tan rocanbolesca como indignante. Presentarse ante la urna con una capacidad diferente está supuestamente ‘penalizado’ para algunas estrecheces mentales. La pobreza espiritual lleva a la mujer, víctima de este evidente caso de discriminación, a repetir el proceso con el mismo grado de resignación que de dignidad.

La disputa verbal también se adueña del lugar entre la candidata popular, los miembros de la mesa y la joven sanitaria que flanquea las necesidades de la mujer discapacitada.

Mientras, repite la acción: coge la papeleta y la vuelve a introducir el sobre (intuimos que no apoya el programa electoral del partido que no comprende sus condiciones de vida), y lo hace ajena una actitud que, desgraciadamente, parece conocer con excesiva familiaridad. Ni se inmuta ante los injustos y continuos apercibimientos procedentes de una oscura humanidad.

Los Derechos Universales pretenden ser remplazados por supuestos matices que no se ajustan a la Ley Electoral. Pero, ¿donde caben aquí los supuestos de excepcionalidad para personas con un determinado contexto social?, ¿es posible confiar en una candidata que demuestra un desgobierno en la política social de base?

La curiosidad tan insana como la mentalidad de la popular militante de la insolidaridad nos ha llevado a revisar los resultados electorales. Afortunadamente, el pueblo ha reivindicado su soberania, situando en la oposición, con 7 concejales de 21 (comprobar resultados), a las aspirantes a la alcaldía que practican el voto de la discriminación ante la urna de la incomprensión.

¿Dónde está la generación ni-ni?

Identificación de jóvenes pasivos

La Confederación de padres y madres de Alumnos (COFAPA) digiere con gran satisfacción los resultados obtenidos por el informe ‘Desmontando a ni-ni. Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis’, realizado por el Instituto de la Juventud (INJUVE).

Al contrario del papel que algunos estratos de la sociedad otorgan a las generaciones del futuro relevo, este estudio sociológico califica a los jóvenes de España como ‘protagonistas y motor del cambio que necesita la sociedad’.

Este trabajo desmonta los pilares de una imágen ‘muy negativa’ de la juventud actual. Estas supuestas valoraciones, situando al futuro natural de la sociedad en una posición de escasa esperanza, quedan en entredicho gracias a la elaborada y rigurosa labor realizada por los expertos en sociología del INJUVE.

Entre las particularidades, el sociologo responsable del estudio, Lorenzo Navarrate, destaca que la falta de motivación para asumir responsabilidades no se presenta en el grupo de población posicionado entre 16 a 19 años. Un escenario contrario sólo lo encontraríamos en los jóvenes instalados en la franja de edad de 20 a 24 años, una de las más castigadas por la desconsideración social. Aún así, la falta de estimulos se presenta en pequeñas proporciones.

Todo parece indicar que la estigmatizada generación, por una supuesta pasividad, está en clara decadencia. El hecho de vivir a la «sopa boba» es practicado por una minoria, no superior al 5% de los jóvenes que superan la veintena, mientras que los que se encuentran por debajo de este umbral no alcanzarían el 2%.

Y, la proporción decrece al contrastar los datos de la EPA (Encuestra de Población Activa) de otros ejercicios anteriores a 2009, año utilizado como base principal del estudio, entre otros.

Sin duda, el último grupo referido es el que más demuestra respirar aires de dificultad cuando reflexiona sobre el campo laboral. En concreto, la sensación de frustación aumenta a medida que el nivel formativo es más elevado. Tampoco, las conclusiones del trabajo conceden a la denominada generación ‘ni-ni’ demasiado espacio y recorrido para subsistir en el futuro. Más bien, parece que estaríamos asistiendo a algo residual, recurriendo a términos técnicos de una cuidada investigación social.

El riesgo de desorientación no amenaza a la gran mayoría de jóvenes que, en principio,  descartan el cómodo y poco productivo refugio de la filosofía «ni-ni» como una alternativa ante la actual situación de crisis. Entre los dos segmentos de edad analizados no se llegaría a una suma del 7% que han expresado su voluntad de no enterrar aquello de «ni estudia, ni trabaja» o seguir un modelo basado en un hedonismo radical, «un estilo  de entender la vida que no sólo se circunscribe a las edades más tempranas».

Casualmente, los resultados del estudio abren un campo para nuevos interrogantes sobre el grado de responsabilidad de los padres, la comunidad educativa, los medios de comunicación y la propia sociedad con respecto a una parte de la juventud tan poco activa ante los acontecimientos, y los extendidos estigmas transformados en prejuicios sociales para los menores de 35 años. Aunque lo más significativo e inmediato para la Sociología y el Trabajo Social, quizás, se sitúe en despejar: ¿Dónde está la generación ni-ni? 

 

El grifo de las oportunidades solo vierte para una minoría

El agua es un bien escaso para la gran mayoría de la población. Es un enunciado muy reiterado en el tiempo, pero obviado con frecuencia por los mandatarios del denominado concierto internacional. Aquellos que tiene la llave en la mano para abrir y cerrar el grifo de la igualdad de oportunidades.

En el asunto del suministro del líquido elemento volvemos a encontrar elevadas desigualdades, en función del contexto geográfico donde fijemos la mirada. Dada la urgencia del asunto, sería necesario elaborar un mapa en el que los esfuerzos de la cooperación al desarrollo eviten los problemas futuros.

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El cambio climático es una realidad, por mucho que se empeñen en provocar una ceguera global para continuar con impunidad y sin cambios incómodos para los que tiene un credo inalterable en desarrollarse a base de asfixiar los recursos del planeta. En el inventario de bienes en riesgo de sufrir una sequía sin precedentes hayamos el agua. Sin embargo, la gestión es nefasta, desigual y poco solidaria con los pueblos y sociedades mermados por una posición poco privilegiada para su consumo y disfrute.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha señalado que cada 20 segundos muere un niño o niña a causa de una enfermedad derivada de la falta de agua potable y que, con este ratio de mortalidad, se pierden 1,5 millones de jóvenes vidas al año.

Resulta intolerable digerir datos como dato instalado en la frialdad y una interesada pasividad. Miles de millones de euros y dólares destinados a proyectos de desarrollo para garantizar necesidades de primer orden y nos tropezamos con una cascada de perdidas humanas que forman parte de las futuras generaciones.

Se estima que en el año 2025, 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con una gran escasez de agua y dos tercios de la población mundial lo hará en condiciones de carencia extrema, datos elaborados por los exhaustivos estudios ONU Agua, una coalición integrada por representantes de 24 organizaciones del foro mundial.

Esta crítica situación para el desarrollo humano no contrasta con el fatídico uso del líquido vital. En la actualidad se destina 70 por ciento del agua dulce al riego, un 22 por ciento a la industria y alrededor de ocho por ciento al uso doméstico. Estos porcentajes se registran en aquellos lugares donde el saneamiento y abastecimiento no es una utopía.

Pero, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ha logrado contrastar que más de 884 millones de personas no tienen agua potable en el mundo. Y cerca 2.600 millones de seres humanos carecen de un sistema que permita beber sin restricciones o aplicar hábitos de higiene personal condicionado por la escasez.

De las 6.000 millones que habitan el planeta, el grifo de las oportunidades solo vierte para una minoría, a pesar de ser un remarcado Objetivo de Desarrollo del Milenio, a pesar de los enormes esfuerzos económicos dedicados a través de planes de cooperación.

A pesar de todo esto, la gran mayoría de los niños y niñas del planeta tienen sed.

El Instituto Argentino de RSE analizará el compromiso contra el cambio climático

La Conferencia Internacional IARSE 2011, un evento que por segundo año consecutivo organiza el Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE), se celebrará los próximos 13 y 14 de abril en la ciudad argentina de Buenos Aires.

En este evento se destacarán las últimas tendencias y avances en materia de gestión de la Responsabilidad Social Empresarial, desde la visión de los principales ejecutivos de las empresas que operan en la región.

Por ello, la conferencia girará en torno a varios ejes temáticos como la innovación y cambio en la política de RSE, la aportación de la ISO 26000 a la gestión de la RSE, las estrategias de las compañías para involucrar a la cadena de valor en la gestión de RSE o el impacto de la agenda de cambio climático en los programas de RSE, entre otros aspectos.

La futura Ley de muerte digna busca el ‘consenso social’ evitando el concepto de eutanasia

El Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad prepara el borrador de la futura ley que regulará los cuidados paliativos y el alivio del dolor de las personas enfermas en sus últimos días de vida, y que se trata de una ley que pretende alcanzar «el consenso social».

La futura ley de muerte digna se encuentra en proceso de tramitación con el firme propósito de dar respuesta a «una situación que necesita de regulación», según el gobierno. La ley ofrecerá garantías a los profesionales del sistema sanitario y a los pacientes, «que en sus últimos días de vida tienen derecho a que se mitigue su dolor», a no sufrir, y a vivir sus últimos momentos «con dignidad».

La normativa no será una ley que regule la eutanasia, sino que trata de garantizar el derecho a mejora la prestación sanitaria. Esta ley de ámbito nacional tendrá en cuenta las experiencias desarrolladas por los sistemas públicos sanitarios de Aragón y Andalucía.

En su elaboración, serán consultados diversos expertos y, en las próximas semanas, el gobierno presentará un borrador del texto que pretende discutir con todos los sectores profesionales y con las organizaciones cristianas porque el futuro texto tiene «vocación de consenso».

De momento, la Iglesia no realizado ningún pronunciamiento al respecto, aunque el ejecutivo español está dispuesto a debatir con la institución católica.

La principal pregunta en diversos ámbitos de la sociedad, donde el debate nunca estuvo apagado, se centra en conocer los planes a largo plazo. Es decir, si este texto legal es el esbozo de la futura Ley de Derecho a la Eutanasia.