Engorda el estigma del VIH/Sida

Los años pasan y algunas cosas prosperan muy poco. No hay avances a la hora de admitir, de asumir, que un virus como el VIH no conoce clase social. La vieja teoría de una enfermedad de clase social baja no se sostiene ni en el papel. A día de hoy, las personas que se contagian lo hacen por mantener relaciones sexuales sin la profilaxis debida. Esa es la realidad a la que la mayoría desea dar la espalda con toda la intención: seguir manteniendo con vida una mancha indeleble.

Recordar que estamos ante el día mundial contra el Sida. Un habito cada mes de diciembre. A pesar de que la situación este estabilizada y controlada en los países desarrollados; en aquellos lugares donde no llega la medicación (el coctel combinado), la situación sigue siendo dramática. Puede que tengamos la sensación de que se trata de una enfermedad croníficada. Pero, se queda solo en eso. En una mera sensación.

Somos testigos que esta pandemia solo ha logrado ser reducida en una de las tres partes del mundo. El resto sigue padeciendo la amenaza de muerte con la destrucción progresiva del sistema inmunológico. La caída en picado de las células CD-4 no cesa en golpear, con la máxima contundencia, a mujeres y niños de regiones en vías de desarrollo que están igual de localizadas que olvidadas en continentes de África, Ásia o Latinoamérica. La incidencia continua sin tregua para los más pobres. Su acceso a una pastilla antiretroviral es, de momento, un sueño irrealizable por la política económica global muy favorecida por la ‘trama de las patentes’.

A esta crítica cuestión sanitaria también se añade una infección social. El estigma, queramos o no queramos, prosigue en los denominados países del norte y del sur. Convivir con el virus obliga a refugiarse en el silencio como medida de protección. Casualmente, este es el único factor en común entre una parte y otra; donde las diferencias entre riqueza o pobreza se acaban igualando por el catalizador de la desgracia.”

Deja una respuesta Cancelar la respuesta